Muriendo en el río

Bajo el sol inquebrantable y las nubes de algodón me hallo solitario y taciturno, perplejo ante mis heridas y un poco temeroso de estar flotando en el mando caudal del río. La corriente me transporta y ya casi no siento la humedad. Poco es de lo que me acuerdo y de mucho es que me arrepiento. En mi mente evoco cosas bellas, lindas, tristes, malas, fuertes, placenteras. Ya nadie me tiene presente, y sigo río abajo, con la corriente. Poco o nada es lo que me resalta, mis ojos hacen brotar lágrimas púrpura que se pierden con el fango y la sangre se me va con el agua. Mis sueños encayaron en lo más leve de mi conmoción, cual si fueran barcos de papel con ancla de terciopelo. Mis miembros están sólidos y mis ojos sólo miran el cielo, donde serà mi última parada (espero) y sigo río abajo, con la corriente. De pronto siento frío por toneladas, y mi cuerpo sin reaccionar. Oyo las campanas que los otros no escucharon y el sol me da en la cara cuando empieza a llover. Un par...