Cuando me pierdo


Creo que se me acabaron las palabras, que la inspiración mucho se tarda. Creo que las horas que se pierden entre líneas de azar no encontraron paradero final. Creo que los vientos que me empujan cometieron su delito de no dejarme escapar. Y sí, me perdí. He sido recluso sin beneficio en la prisión de la oscuridad, condenado a no ser reflejado por la luz de una sonrisa, por la luz de una mirada…por la luz de SU mirada. Me pierdo al caminar, me pierdo al volar, pero lo bueno de perderse es que el camino se vuelve etéreo, y por etéreo extraño, y por extraño nuevo, y por nuevo asombroso, y por asombroso todo me emociona como si fuese la primera vez en que veo todo. Sus labios pronuncian caminos en donde prefiero pasar, porque me pierdo, y lo disfruto. Vago entre el sonido de las palabras y el significado de este placer que no comprendo del todo aun, tanto así que me hace soslayar mis propios pesares, esquivar mis vallas personales, sentir que me falta mucho por aprender, pero de ella. De ella quiero aprender.

Parece que las palabas van fluyendo como ríos que convergen para formar uno más grande. Parecemos dos exploradores de los húmedos manglares, dos pequeños caminantes en un mundo sin color. Ella no sabe que el color lo da su voz. Ella no entiende de razones extremadamente lógicas si se habla de amor. Vale la pena despegar los pies del piso imaginando un beso sin cuidado, esos que solo se dan en la imaginación, esos. Cuando se pasa tiempo con ella, el tiempo no pasa. Su sabiduría embarga a la mía. Su conocimiento enriquece al mío. Su movimiento en la vida da rumbo a mis días. El alcance de su vista da un camino sin final. Todo lo que yo quiero lo puedo alcanzar si pongo su imagen en el punto de llegada.

Creo que escribiendo esto me siento inspirado y mejor. Creo que las palabras que pensé perdidas las acabo de encontrar cuando le hice una llamada. Pero como me gusta perderme, me pierdo y luego me vuelvo a encontrar. Me pierdo en lo profundo de su ser, su existencia me trae confusiones. No sé si la conozco de otros tiempos o los tiempos me dibujan que la debo conocer.

No lo sé, pero estoy dispuesto a perderme, sólo con el fin de verme con ella de cerca, o de lejos, como sea, pero verla.

Cuando me pierdo en mis palabras, ella las hace suyas, y me las devuelve para volver a empezar.

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