Al hijo que se fue en mis sueños...

Aún recuerdo el movimiento de las hojas de aquel
árbol viejo donde solias posar tus manos limpias.
aún recuerdo la sonrisa que esbozabas al ver
el agua que brotaba de la tina
y los juguetes escondidos luego de tirarlos
y las sombras que encontrabas luego de esconderme
los días de lluvia iluminados por tus ojos
y un pañal mojado en media madrugada
un llanto lejano ocho veces cada día y veinte gritos cada noche...
"y así fuiste creciendo, día a día, cada día,
noche a noche, un poco más".

Los primeros pasos tambaleantes me llenaron de emoción
mezclado con algo de nerviosismo.
Tus caminos fueron largos, dependientes de mis manos,
y si te alcanzaba el fatigo el bus entre mis brazos te llevaba.
Una lonchera, insignia, cuaderno y lápiz
me advirtieron que ya eras algo más que antes.
"y así fuiste creciendo, día a día, cada día,
noche a noche un poco más"


La primera despedida fue en la puerta de esa escuela.
Ni una lágrima soltaste y te dije: "ya me voy",
me dijiste: "no te vayas" y me rompiste el corazón.
en ese instante recorde que ya hablabas más
y con mucha nitidez, yo te dije: "aqui estaré".
Media vuelta te bastó para olvidarte de mí
y de pronto descubrí que acababas la primaria,
tantos juegos, tantas marchas, y yo aquí pensando en ti.
"y así fuiste creciendo, día a día, cada día,
noche a noche, un poco más".


Celebrando un cumplaños, el número catorce de tu vida
ya eras un muchacho y un viejo me hacia ya,
mi cabeza era mi orgullo y cada cana un poco más.
me dijiste que trabajarías, y ¡qué ganas! eras un buen barco al mar.
Pasaron esos días donde el tiempo corre más
y una ola de recuerdos iban ya de par en par.
Una mañana en que saliste muy temprano a trabajar
te esperé toda la tarde, y no llegaste nunca más.
"y así fuiste creciendo, día a día, cada día,
noche a noche, un poco más".

Aún recuerdo el movimiento de esas hojas
llenas de tristeza en el corazón.
Te fuiste de este mundo más temprano
al menos más que yo.

Cuando naciste yo juré algo a Dios:
que serías tú quien vaya a mi sepelio
y no que al tuyo acuda yo,
pero así es la vida, con ángeles como tú.
Llegaste a Dios sin decirme "adiós"
y yo estuve siempre a tu lado,
hijo mío, ¡ASI ES EL AMOR!


Renzo Videira  2009

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